A lo largo de nuestra vida los seres humanos pasamos por diferentes etapas de desarrollo, tanto físico como cognitivo. Estas etapas también las podemos apreciar en el desarrollo social y afectivo. Una de ellas, muy característica en los niños, es el egocentrismo. En este artículo explicaremos en qué consiste, e identificaremos algunas manifestaciones propias de esta etapa.
Durante los años de edad preescolar los niños van descubriendo muchas cosas, tanto de sí mismo, como de la interacción con otros y es entre los dos y los tres años de edad aproximadamente que pasan por la etapa del egocentrismo, sin embargo, en algunos niños esta etapa puede alargarse hasta los seis años de vida, lo que es una etapa evolutiva totalmente normal y necesaria para el posterior desarrollo social de los niños.
En la etapa del egocentrismo los niños no logran descentrarse de su propia visión, creen y sienten que son el centro de todas las atenciones, tienen dificultades para retomar la perspectiva de los otros cuando no coincide con la propia. Ellos fácilmente tienden a ver las cosas desde su propio interés y no se percatan de que pueden existir otros.
El egocentrismo es una etapa natural y propia de los niños, la cual a medida que crecen y aumentan sus interacciones especialmente con sus pares, empiezan a descubrir al otro y a demostrar cada vez más interés por el mundo que le rodea, lo que significa que a medida que van socializando comienzan a aprender y entender que no solo existe su perspectiva y sus necesidades, si no que, hay otros que tienen o demuestran intereses similares, sin embargo, es importante entender que, para que los niños comprendan esta forma de relacionarse debe existir la interacción natural con sus pares, lo cual se da principalmente a través del juego y la interacción social. A medida que se relaciona con los demás reconocerá que no todos piensan igual a él y que cada uno tiene cualidades que los hace únicos, comenzará a tener mayor afinidad con algunos niños con los que socializa o con quienes se siente identificado de alguna manera. Por otra parte, en este proceso de aprendizaje y de desarrollo social en la etapa del egocentrismo es común que los niños no quieran compartir los juguetes, se enojen con facilidad, les comienza a llamar la atención las características que observan en sus pares, sienten afinidad con algunos más que con otros, e incluso pueden comenzar a imitar conductas negativas o positivas de otros niños. Todas estas características mencionadas son una forma natural en la que los niños y niñas viven la etapa del egocentrismo donde comienzan a descubrir al otro y descentrarse de su perspectiva del yo, hasta lograr de forma progresiva colaborar en los juegos con sus amigos, respetar los turnos, compartir los juguetes, resolver sus conflictos sin agresiones ni llantos, y ser conscientes y sensibles ante los sentimientos y acciones de los demás. Por lo que debemos apoyar su proceso de desarrollo y crecimiento y entender que a través de la socialización con sus pares logran formarse un sentido propio de la realidad dejando atrás la etapa del egocentrismo infantil y dando paso a una mayor comprensión del mundo que le rodea.